domingo, 21 de febrero de 2021

Cambios de Paradigmas: "Maneras de Repensar la Educación del Futuro"

 Este artículo de mi autoría ha sido publicado en el Nº 106 de febrero de 2021 de la Revista Semanario: la Revista de Gualeguaychú.

El filósofo español José Antonio Marina sostiene que existe una Ley Universal del Aprendizaje, que dice: “Toda persona, institución, empresa o sociedad para sobrevivir necesita aprender a la misma velocidad a la que cambia el entorno; y si quiere progresar, debe hacerlo a mayor velocidad”.


Existe un consenso casi absoluto sobre el rol fundamental que cumple la educación en la vida de las personas, especialmente en los jóvenes.  Más allá del debate acerca de qué educación es conveniente ofrecer a la población joven, sí es cierto que la educación en Argentina sufre la ausencia de adaptación a los tiempos que corren, lo que genera desinterés y falta de atractivo en los adolescentes.

Una escuela secundaria que genere interés y desafíe a los estudiantes resulta necesaria para, por un lado, reducir las tasas de abandono escolar y, por el otro, formar jóvenes preparados para desarrollarse en su vida adulta. Tanto a nivel personal como a nivel social, resulta imprescindible fomentar una cultura del aprendizaje, una pasión por aprender.

Las circunstancias difíciles suelen dar origen a cambios de paradigmas, a marcos de referencia totalmente nuevos, a través de los cuales la gente ve el mundo, se ve a sí misma y ve a los otros y lo que la vida le pide.

Los grandes cambios pueden empezar con pasos muy pequeños. Los pequeños cambios tienden a ir sumándose. Esto no significa que el cambio sea fácil, pero tampoco siempre es difícil.

Una de las formas de lograr estos cambios es que la educación secundaria ofrezca instrumentos que eduquen para esa etapa de la vida y contribuyan a mejorar la transición entre una y otra instancia.

Entre esos instrumentos, están los que vinculan el ámbito educativo con el ámbito laboral. Es aquí donde surge una de las principales desviaciones, la curricula educativa va quedando desalineada de los cambios y movimientos permanentes que se producen en la esfera productiva, pero también por la búsqueda de nuevos saberes y horizontes por parte de los estudiantes.

Resulta necesario, a la hora de pensar una educación secundaria que se amolde a la realidad y vincule la educación y el trabajo, tener en mente que gran parte de los jóvenes piensa continuar su formación académica luego de la secundaria. Y en este punto no se trata de generar un primer empleo, sino de transitar un camino de experiencias que acerquen al alumno a un mundo que hasta ahora le es desconocido.

En esa búsqueda de lograr una educación que se adapte a la actualidad y mejore la formación de los jóvenes, resulta fundamental resolver uno de los principales problemas que presenta el sistema educativo en nuestro país y es que: la enseñanza primaria no se habla con la secundaria, esta tampoco lo hace con la universidad, y la universidad, salvo honrosas excepciones, no lo hace con el mundo laboral”.

Se hace sumamente necesario escuchar la voz de los principales protagonistas del sistema educativo: los alumnos.

Entender sus intereses, sus preferencias, sus necesidades, sus miedos, sus preocupaciones y hasta sus proyecciones de vida, debe ser el punto de partida para pensar una nueva educación secundaria, que permita un acercamiento de los estudiantes a la vida posterior a la escuela. Lo importante no es únicamente que nuestros alumnos aprueben, lo importante es que, además, sepan que van a tener que estar aprendiendo toda su vida, no solo laboralmente, sino personal, política, afectiva y espiritualmente. Es necesario fomentar que los alumnos tomen la dirección de su propio aprendizaje y que la educación para el trabajo no pierda su otro rol fundamental, como es educar para la vida.

Toda la comunidad educativa debe comprender que los problemas no se resuelven solos, que hay que aprender a resolverlos. Hablamos mucho, y con razón, de fomentar el emprendimiento, de estimular la innovación, como si fueran habilidades que cayeran del cielo. Pero en realidad hay que aprender a emprender, a innovar, a resolver problemas. El lema es simple y poderoso: hay que aprender para tomar buenas decisiones y actuar”. Todos tenemos la responsabilidad de despertar la educación y sacarla de este estado de rutina e inercia en la que se halla inmerso, para lograr llevar al máximo las posibilidades de las personas, cuyo talento constituye nuestro gran capital social.



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